On LDRs, Better Known as Long Distance Relationships
Acerca de las RLD, Mejor Conocidas Como Relaciones a Larga Distancia
By Sadé Fernández Fuentes
I exist in two places, here and where you are. – Margaret Atwood
If you don’t know what this initials stands for, you clearly haven’t been in one. Seriously, it really did strike me as odd when I told one of my friends that I was going to write about them and she had no clue about what I meant. I sighed in relief for her and all of those people who remain in bliss because, damn, long distance relationships are hard.
For what seemed to be the longest time of my life, I lived in a perpetual state of counting down the days to come back home and be reunited with my love. Being Dominican doesn’t help the matter much, ya que siempre hay una prima, tía, jefe, muchacha de la casa, el amigo de una amiga, hasta el delivery that tells you: “Ay no mi amor, amores de lejos, amores de pendejos.”, even though they haven’t even been in an LDR. Somehow, they are all entitled to an opinion just because you stated that your boyfriend lives in another country. For years, I had to endure this tragic perception of people who didn’t know me, us or our story, and were just not able to keep their mouth shut. After many snarky comebacks, explanations and just plainly walking away, I came to the realization that these were just opinions that couldn’t affect me if I didn’t let them, especially since they didn’t resonate with my experience.
With increasing opportunities to study abroad, and the world becoming “smaller”, people started considering LDRs as normal relationship status (I’m surprised Facebook didn’t profit from it). I mean, it couldn’t be easier than it is now, well only if we could teleport for free. I’m talking about the days when we would write letters to each other and wait by the mailbox to get them when Skype resembled watercolor paintings and BlackBerry phones where the ultimate communication tool. I only just realized that the previous sentence aged me like 20+ years, so let me clarify that we also experienced the marvels of Snapchat, Hangouts, WhatsApp and Facetime. But for the most part, that urge to finally hear from each other through “vintage” mediums is what kept the flame alive.
For some reason, we became the “gurus” of LDRs and our friends would come to us for advice. In my honest opinion, I’m yet to become an expert on the subject, because even after all the “coaching” that we did, most of the other couples didn’t make it. So, if I had to choose one quality for judging the success rates of these relationships, it would be blatant honesty. You have to really know yourself and your partner before you commit to something like this. LDRs are not meant for everyone, and accepting that is ok, no shame there.
Eleven years later, I stand proud of what we have become: a couple that has withstood the test of time, distance, and all the common hardships of understanding each other while we grow together without growing apart. This year we finally broke the tie, living six years in the same country while we were apart for five.
Around a month ago, we were having a conversation when I said: “Por fin, tenemos más años juntos de lo que tenemos separados”, and he said: “No me gusta eso, hace sonar como si esos 5 años no contaran, y esos son los que más cuentan.” Interestingly enough at first I did not agree with him because I was focused on the actual challenges of our latest adventure: moving in together. It sounds like a bigger commitment but, truthfully, any two people can move in together, matter of factly most people do, but the challenges came to us while living in two different countries, at times in two different continents, with unbearable time differences in a culture where being faithful is a synonym of being boring, and where a period at the end of a message could essentially be interpreted as the other person is mad.
However, we made it.
Thanks to my LDR I learned so much about love, patience, understanding, persistence, loyalty, limits, independence and myself. It forced us to go beyond physical love and explore other dimensions of our relationship. Now that we are living the dream, at least the one I always envisioned for us while I marked the days on my calendar with an X, I can attest that having had a long distance relationship and surviving to tell the story, has its unique merit. Carefully see how I employ survived, because coming out of it that’s how it felt, like an impossible journey that against all odds came to its end.
What I wasn’t aware of was that it was a beginning of sorts. Today, I can certainly say that I can live without him, because somehow I did and I’m capable of it, but the difference is that I choose not to. And that choice, my friends, is a powerful feeling that comes with unbridled freedom, because at the end of the day that is what love is, waking up every day and choosing that person over and over again.
Cheers to all those who made it and to all those that didn’t. Every experience is a learning experience.
Yo existo en dos lugares, aquí y donde tú estás. – Margaret Atwood
Si no sabes lo que significa esta sigla, claramente no has estado en una. En serio, realmente me pareció extraño cuando le dije a una de mis amigas que iba a escribir sobre ellas y ella no tenía ni idea de lo que le estaba hablando. Suspiré con alivio por ella y por todas esas personas que permanecen en pura felicidad porque, diablo’, las relaciones a larga distancia son difíciles.
Por lo que pareció ser el tiempo más largo de mi vida, viví en un estado perpetuo de contar los días para volver a casa y reunirme con mi amor. Ser dominicanx no ayuda mucho, ya que siempre hay una prima, tía, jefe, muchacha de la casa, el amigo de una amiga, hasta el delivery que te dice: “Ay no mi amor, amores de lejos, amores de pendejos”, a pesar de que ni siquiera han estado en una RLD. De alguna manera, todos tienen derecho a una opinión solo porque declaré que mi novio vive en otro país. Durante años, tuve que soportar esta percepción trágica de las personas que no nos conocían, ni a nosotros ni a nuestra historia, y que simplemente no podían mantener la boca cerrada. Después de muchas respuestas, explicaciones y simplemente irme de las conversaciones, me di cuenta de que eran solo opiniones que no podrían afectarme si yo no las dejaba, especialmente porque no coincidían con mi experiencia.
Con el aumento de las oportunidades para estudiar en el extranjero, y el mundo cada vez más "pequeño", la gente comenzó a considerar las relaciones a distancia como un estado de relación normal (me sorprende que Facebook no haya sacado provecho de esto). Quiero decir, no podría ser más fácil de lo que es ahora, bueno, solo si pudiéramos teletransportarnos de forma gratuita. Estoy hablando de los días en que nos escribiríamos cartas y esperábamos cerca del buzón, o cuando Skype parecía pinturas en acuarela y los teléfonos BlackBerry eran la mejor forma de comunicación. Acabo de darme cuenta de que la oración anterior me envejeció unos 20 años, así que permítanme aclarar que también experimentamos las maravillas de Snapchat, Hangouts, WhatsApp y Facetime. Pero, mayormente, esa necesidad de comunicarnos a través de medios "clásicos" es lo que mantuvo la llama viva.
Por alguna razón, nos convertimos en los “gurús” de las relaciones a distancia y nuestrxs amigxs nos pedían consejos. En mi opinión, todavía me falta mucho para convertirme en una experta en el tema, porque incluso después de todo el “coaching” que hicimos, la mayoría de las otras parejas no lo lograron. Entonces, si tuviera que elegir una cualidad para juzgar las tasas de éxito de estas relaciones, sería una honestidad descarada. Tienes que conocerte realmente a ti mismx y a tu pareja antes de comprometerte con algo como esto. Las relaciones a distancia no están hechas para todxs, y aceptar eso está bien, no hay vergüenza.
Once años después, me siento orgullosa de lo que hemos logrado: somos una pareja que ha superado la prueba del tiempo, la distancia y todas las dificultades comunes para entendernos mutuamente mientras crecemos juntos sin separarnos. Este año finalmente rompimos el empate, tenemos seis años viviendo en el mismo país contra cinco años viviendo separados.
Hace aproximadamente un mes, estábamos teniendo una conversación cuando dije: "Por fin, tenemos más años juntos de los que tenemos separados", y él dijo: "No me gusta eso, hace sonar como si esos 5 años no contaran, y esos son los que más cuentan”. Es muy interesante que al principio no estaba de acuerdo con él porque estaba centrada en los desafíos reales de nuestra última aventura: vivir juntos. En mi defensa, parece un compromiso más grande pero, sinceramente, cualquier pareja puede mudarse junta, de hecho, la mayoría de la gente lo hace ya, pero los verdaderos desafíos se nos presentaron mientras vivíamos en dos países diferentes, a veces en dos continentes diferentes, con diferencias de tiempo insoportables en una cultura donde ser fiel es sinónimo de ser aburridx, y donde un punto al final en un mensaje podría interpretarse, esencialmente, como que la otra persona estaba enojada.
Sin embargo, lo logramos.
Gracias a mi relación a larga distancia aprendí mucho sobre el amor, la paciencia, la comprensión, la persistencia, la lealtad, los límites, la independencia y sobre mi misma. Nuestra situación nos obligó a ir más allá del amor físico y explorar otras dimensiones de nuestra relación. Ahora que estamos viviendo el sueño, al menos el que siempre me imaginé mientras marcaba los días en mi calendario con una X, puedo dar fe de que haber tenido una relación de larga distancia y haber sobrevivido para contar la historia tiene su mérito único. Fíjate bien que uso sobrevivir, porque al salir de eso así mismo se sentía, como un viaje imposible que, a pesar de todo, llegó a su fin.
Lo que no sabía era que es otro comienzo en cierto modo. Hoy, ciertamente puedo decir que puedo vivir sin él, porque de alguna manera lo hice y soy capaz de hacerlo, pero la diferencia es que elijo no hacerlo. Y esa elección, amigxs míxs, es un sentimiento poderoso que viene con la libertad total, porque al final del día eso es el amor, despertarse cada día y elegir a esa persona una y otra vez.
Saludos a todxs aquellxs que lo lograron ya, y a todxs aquellxs que no lo hicieron. Cada experiencia es una experiencia de aprendizaje.